miércoles, 19 de diciembre de 2012

Teresa Wilms Montt, de tumba en tumba; por Alejandra Costamagna.


"Casa vacía: se robaron hasta las cañerías de cobre e instalación eléctrica. No insista", advierte el cartelito en letra manuscrita, clavado en el muro. Casa vacía es blanca, estilo inglés: madera y cemento, conporche, virgencita y terreno amplio para el jardín. Pero está vacía y se robaron todo. Cuatro hombres vestidos con mamelucos intalan un cartel enla entrada: publicidad a escala gigante sobre la próxima teleserie nocturna. No saben de quién fue este sitio anclado en el corazón de la ciudad chilena Viña del Mar. 
No conocen a Teresa Wilms Montt. 
Las escaleras que conducen al balcón son cuatro o cinco peldaños rotos. Las puertas de la despensa sonpalos improvisados donde pudo haber una reja. Hay candados en todas las ventanas. Hay polvo, hay lagartijas y arañitas costeras que trepan el damasco, el níspero, la encina. Hay frutos reventados en un colchón de hojas. Hay los últimos hilos de una enredadera que trepa los muros de esta casa vacía, blanca, estilo inglés. 
Y hay también el origen de una historia. Los primeros peldaños de una muejr de belleza fatal que desacató los códigos sociales de su época y pagó cara, carísima su falta. En este esqueleto palaciego de calle Viana, casi esquina con Traslaviña, cruje un pasado que hoy se pierde en el bullicio de la modernidad."

Fragmento de Teresa Wilms Montt, de tumba en tumba; por Alejandra Costamagna.

Alejandra Costamagna.


"Niña de alcurnia, romántica, jaquecosa, lectora activa, incomprendida por su familia [...]. Jovencita de mente abierta, trilingüe [...], linda a rabiar [...]. Muchacha de ideas claras, simpatizante del anarquismo[...], sin espíritu práctico, histriónica, seductora, bohemia, infiel."

Teresa Wilms Montt, de tumba en tumba, por Alejandra Costamagna.

Tsunami, por Ezio Neyra.


"A lo mejor a estas alturas ya no haya nada que desentrañar y simplemente baste con esperar que el pasar de los días mejore el estado actual de las cosas. Pero quizá ni siquiera valga la pena mantener esperanza alguna. Es posible que ya hayamos alcanzado un punto de no retorno en el que cada uno se ha apropiado de un islote de razón en donde no se acepta la presencia de otros puntos de vista."

Fragmento de Tsunami, por Ezio Neyra.

Angélica Liddell.


"¿Por qué la gente quiere ayudarme a ser feliz? No necesito ayuda para ser feliz. Para ser feliz necesito que me dejes en paz; necesito que te vayas a la mierda. Necesito que dejes de joderme la vida. Eso es lo que necesito para ser feliz. No necesito ayuda para ser feliz. Necesito la respuesta de Dios. Necesito pelear con Dios. Necesito los puños de Dios."

Angélica Liddell.

Les particules élémentaires, de Michel Houellebecq.


"À partir d'un certain âge, une femme a toujours la possibilité de se frotter contre des bites; mais elle n'a plus jamais la possibilité d'être aimée. Les hommes sont ainsi, voilà tout..."

"Pour les femmes, dans la quasi-totalité des cas, les années de la maturité furent celles de l'échec, de la masturbation et de la honte."

Extrait du Les particules élémentaires, de Michel Houellebecq.

Río subterráneo, por Inés Arredondo.


"Quiero encontrar una cosa tersa, armónica, por donde se deslice mi alma. No estos picos, estas heridas inútiles, este caer y levantar, más alto, más bajo, chueco, casi inmóvil y vertiginoso. ¿Te das cuenta? Siento que me caigo, que me tiran, por dentro, ¿entiendes?, me tiran de mí mismo y cuando voy cayendo no puedo respirar y grito, y no sé y siento que me acuchillan, con un cuchillo verdadero, aquí. Lo llevo clavado, y caigo y quedo inmóvil, sigo cayendo, inmóvil, cayendo, a ningún lugar, a nada. Lo peor es que no sé por qué sufro, por quién, qué hice para tener este gran remordimiento, que no es de algo que yo haya podido hacer, sino de otra cosa, y a veces me parece que lo voy a alcanzar, alcanzar a saber, a comprender por qué sufro de esta manera atroz, y cuando me empino y voy a alcanzar, y el pecho se me destiende, otra vez el golpe, la herida y vuelvo a caer, a caer. Esto se llama la angustia, esto seguro."

Fragmento de Río subterráneo, por Inés Arredondo.

Río subterráneo, de Inés Arredondo.


"No debo por ti, para que nunca tengas que venir, para que no te veas obligado a este vigilancia que termina cuando no hay por quién resistir. No vengas nunca.
Aun cuando te digan que yo dejé de guardar, de estar atenta sin entregarme, aun entonces, no vengas. No quieras comprender. Sólo a a ti te diré que quizá me he sostenido porque sospecho, con temblor y miedo, que lo que somos dentro del orden del mundo es explicable, pero lo que nos toca a nosotros vivir no es justo, no es humano y yo no quiero, como quisieron mis hermanos, entender lo que está fuera de nuestro pequeño orden. No quiero, pero la naturaleza me acecha."

Río subterráneo, de Inés Arredondo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Incipit de Bonsái, por Alejandro Zambra.


"Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura."

Incipit de Bonsái, por Alejandro Zambra.

Incipit de Tsunami, por Ezio Neyra.


‎"No será fácil contarte esta historia. Saber cuándo comenzó tampoco es sencillo. A estas alturas ya ni sé la cantidad exacta de tiempo que ha transcurrido y es posible que termine dándote una versión alterada. Bien sabes que la memoria es resbalosa y que se inventa lo que no recuerda. Si contártela es difícil, mucho más lo es entenderla. Quiero que pronto deje de importarme, que no quede nada pendiente. Necesito pasar la ola. Eso es lo que tengo que hacer. Quizá tengas razón cuando dices que contarte todo puede ser útil, que puede ayudarme a encontrar sentido. Lo cierto es que ahora estoy aquí, con ustedes, y es raro sentir que una vez más me sirven de red que amortigua mi caída. Me han sostenido como lo hacían los adultos cuando éramos niños, ¿te acuerdas? Exactamente igual a cuando venían en nuestro auxilio tras habernos caído o arañado o roto la cabeza. Por favor, que no te moleste que le dé demasiadas vueltas a las cosas. Se me ocurren muchos comienzos, pero ya sé que de todos modos tengo que empezar por algún lado. Así que diré que estábamos en casa, echados desnudos sobre la cama haciendo el amor."

Incipit de Tsunami, por Ezio Neyra.