miércoles, 8 de enero de 2014

El retrato de la señora Moskowicz, por Yehoshua Kenaz.


"Ella miró sus ojos para no tener que ver sus manos. En cuanto percibió que ella lo observaba, le dijo con voz débil y sin mirarla: 'Yo no espero nada, un segundo fatídico acabó con todo. No me hago ilusión alguna. ¿Qué puede ser de mí?' [...] Deseó enormemente que la repentina congoja de aquel extraño fuera también el momento más íntimo de ella misma."

Fragmento de El retrato de la señora Moskowicz, por Yehoshua Kenaz.

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