"-¡No te vayas! ¡No te vayas! ¡No me dejes! ¡No te enfades conmigo, apriétame fuerte! ¡Apriétame! - susurró con un frenesí ciego, sin saber siquiera qué estaba diciendo y agarrándose a él con una fuerza desesperada.
Era de ella misma de quien quería que la salvaran, de su propia ira y resistencia interiores. ¡De aquel irresistible rechazo interior que se apoderaba de ella!"
Fragmento de El amante de Lady Chatterley, por D.H. Lawrence.
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